miércoles, 13 de junio de 2012

La luz. Las arenas. Un poema.




Nada tengo que descubrir ahora del gran pintor Antonio Martínez Mengual.
En el tríptico de su intervención en el Museo Ramón Gaya en 2010, él utilizaba la siguiente leyenda oriental que daba título a aquella “extraposición”:

“Un hilo rojo e invisible conecta a quienes están destinados a conocerse, sin importar el tiempo, el lugar o circunstancia. El hilo se puede estirar o acortar, pero nunca se romperá.”

Quiero pensar que lo había entre él y yo y que se cumplen las leyendas, como no.

Y hoy puedo hablar del artista, del maestro, del amigo, del hombre sabio y generoso.

Después de visitar su exposición La luz. Las arenas en la Fundación Pedro Cano de Blanca, empecé a escribir una serie de anotaciones, sugerencias acerca de su obra que se acabaron convirtiendo en un poema del mismo título y que le envié. El dibujo que ilustra esta entrada es un regalo que él me hace para el blog con la intención de que lo ilustre.
Agradezco a mi amiga Carmen Piqueras su lectura y sugerencias.

Aquí queda, entre Antonios un día de San Antonio.






La luz. Las arenas.

                                               Para Antonio Martínez Mengual


Todo aquello que no acaba
se vuelve aire
o  rastro de agua.

Océanos de calma,
luz densa antes del tiempo,
que hace de los desiertos jardines
de arena que el viento talla.

El mar de Homero hoy es de cadmio
amarillo en una luz que no te aplasta 
que dibuja tu sombra y la de todo
en la pared.

Queda la sombra y la ceniza,
el agua ausente, evaporada,
fluyendo en los papeles gota a gota,

Eso es todo,
la escritura secreta que subsiste
entre la vida y el arte
allí donde estamos, donde las cosas
de una manera extraña permanecen.




Antonio Gómez Ribelles
                                                                                                  Junio de 2012





No hay comentarios: