lunes, 1 de octubre de 2018

DE APARICIONES Y DESAPARICIONES







Convertimos la fotografía en un objeto, el álbum de familia en un falso documental, un relato basado en objetos. Aunque todo parezca inmutable, todo está siempre en movimiento  y en permuta; la superficie sólo enseña la superficie. Lo oculto es más, es la diferencia. Y si varios relatos confluyen o discrepan, haremos más compleja la visión del mero cuerpo fotográfico.
Igual que la memoria es a la vez un registro de lo olvidado, la mirada emite informes de lo no visible, nos introduce en la diferencia de los rostros, en su capacidad para generar otras imágenes que hacemos reconocibles y, al menos, comunicables. Es la capacidad de la materia para aparecer.
Al hombre, después de vivir entre realidad y ficción, lleno de obviedades y costumbres, le queda construir en el tiempo el drama de su propia desaparición. A la imagen, situada en el hueco que le deja el haber estado entre el cuento y la verdad, nada, sólo continuar en un tiempo ausente y en un espacio antiguo. Eso, mientras no exista el hallazgo, su aparición. Una imagen aparece tantas veces como alguien se enfrente a ella. La mirada es el drama que construye, cada vez, esa aparición.
Al hombre le queda su desaparición.
A la imagen, la aparición. Y su fantasma.

No hay comentarios: