martes, 30 de julio de 2013

Trasnochando 2013

"Trasnochando" de este año, coordinado por Soren Peñalver.
Dejo el poema que leí esa noche, a vueltas con la niña del piano.


Fotografía de Sebastián Mondéjar


Hablaría de la música
si no fuera porque sé
que no llegó, que no guardó
sonido alguno aquella fotografía.

¿De qué me culpo?

Voy a hacer un plano de la historia
que me contaron,
puedo hacer dibujos, maquetas,
de aquella casa que no conocí,
donde no sonó la música.

Crearé una habitación para ti
en la casa de mi memoria,
la casa-mundo donde abríamos
puertas de cristales azules,
donde una niña en una foto
tocó un piano que nunca se oyó.

Pero eso no cabe en el poema,
ni el olor cabe para ser recordado.


Ella no te mirará, nunca,
ni sonará el piano aunque pudieras
oírlo en el patio de luces.
Mantendrá su mirada
levemente a la derecha,
así, en el olvido,
mantendrá su mano sobre las teclas,
“Así, ligeramente levantadas”
aunque de nada valga.

“Perfecto”, dijo el fotógrafo.

El fotógrafo manda.

¿De qué es culpable?



                                                    Antonio Gómez Ribelles 2013



martes, 23 de julio de 2013

VERSUS REVERSUS

El 18 de julio, dentro del programa de La Mar de Letras, Cecilia Noriega Bozovich, artista y poeta peruana, y yo, dimos lectura a una obra poética realizada entre los dos y a través del atlántico. Dejo aquí la presentación de esa lectura que se realizó en el marco de su instalación Versus-Reversus, que se expone en la sala Muralla Bizantina de Cartagena dentro de La Mar de Artes.



Fotografía: Jesús Perona




Probablemente se es de todas las patrias, “matrias” si recurrimos al término materno, a la tierra de la madre. Probablemente no tener casa significa que la casa es el camino hacia esa casa. Probablemente debiéramos todos ser emigrantes incluso en nuestra tierra, vivir en el cambio brutal en el que las cosas que tienen el mismo nombre se vuelven lo contrario, los gestos no se entienden y los lenguajes te engañan. Así, lejos de vivir en lo cómodo, haríamos por ser de nuevo, por nacer de nuevo.

Cecilia Noriega-Bozovich ha nacido varias veces, alguna desde el mayor dolor, aquel al que todos estamos expuestos, aunque no todos destinados, y vive en el camino de ser lo diferente, lejos de la comodidad. Sin dejar de tener sus raíces, las hace crecer como un rizoma, (Deleuze), obligada al exilio lo abrazó como mudanza y renacimiento.

Que en algo coincidimos Cecilia y yo nos dimos cuenta pronto: lejos de querer reconocernos en el otro, nos conocimos a través más de 11.000 kilómetros en un diálogo epistolar, en páginas web y en correos electrónicos.
Los artistas nos hemos convertido en muchos casos en seres polimorfos, en dioses de múltiples brazos en los que mantenemos en el aire la imagen, el vídeo, la palabra, la música, la fotografía, bailando con lobos o con el tunche que llevamos dentro, con lo mejor y lo peor que guardamos en cajas de memoria; y todo baila y se entremezcla con una lógica aplastante, con un discurso claro. La palabra y la imagen se juntan porque se son necesarias. ¿Dónde se guardan los cuadros, dónde los poemas? Que todo se halle en la mirada sería tan parcial como que todo fuera literatura. La realidad hay que buscarla y salvarla continuamente, con los medios necesarios y eso puede estar en el espacio plástico o en el tiempo poético.

Versus y reversus, no son dos cosas distintas, sino andar  viendo a la vez las dos caras de la moneda, tu cara y tu espalda, y la cara y la espalda del otro. Lo público y lo privado, lo racional y lo instintivo.

Lo que presentamos hoy es la huella de esa relación. Lo que escucharéis es la obra, como decía Klein, las cenizas del arte, que es lo que somos capaces de mostrar. Vamos a dar lectura a una obra de arte concebida a dos manos, escrita con las aportaciones sucesivas de Cecilia y mías, que se iban sumando y corrigiendo. Sean capaces de escuchar como quien ve un cuadro, una instalación, una performance, un teatro del mundo: elijan; creen las imágenes necesarias, oigan los sonidos que generan nuestras palabras.


Antonio Gómez Ribelles




Fotografía: Alberto Soler Soto