miércoles, 21 de febrero de 2024

 PRESENTACIÓN DE EL CASTIGO DEL EXILIADO

 La CHOLEPA

por Ramón González Palazón

 


 

Buenas tardes a todos y a todas:

Es un honor estar aquí hoy para presentar "El Castigo del Exiliado" del artista plástico y escritor, Antonio Gómez Ribelles.

Antonio Gómez Ribelles, nacido en Valencia en 1962, es un destacado artista plástico con una amplia trayectoria en el ámbito de las artes visuales. Ha realizado numerosas exposiciones individuales en galerías y salas institucionales, así como participaciones en ferias y exposiciones colectivas, dejando su huella en portadas de libros y carteles.

Además de su destacada labor como artista plástico, Ribelles es un artista multidisciplinar que incursiona en la poesía. Sus catálogos y exposiciones suelen contar con aportaciones poéticas propias, demostrando su versatilidad creativa.

Como escritor, Ribelles ha contribuido con textos para catálogos de otros artistas, ha publicado en reconocidas revistas literarias y ha participado en obras colectivas y presentaciones. Destaca su colaboración habitual con la revista literaria "El Coloquio de los Perros".

Entre sus publicaciones más destacadas se encuentran "El Libro de las Ciudades", la colección "Quiromante", un libro de imágenes, y "Las Lagartijas Guardan los Teatros".

En las páginas de "El Castigo del Exiliado", las emociones y reflexiones trascienden los límites del tiempo y del espacio, entrelazadas con la delicadeza y la sencillez que distinguen a Antonio, un artista cuyo genio he apreciado hasta el día de hoy, tanto en su obra como en su persona y sobre todo, como amigo.

A mi parecer, este profundo poemario no se reduce a una mera colección de versos; es más bien un viaje íntimo a través de los paisajes del alma, donde cada palabra, cada imagen, lleva consigo el peso de una vida que se manifiesta con fervor en la mirada del autor. Antonio nos invita a explorar y reflexionar sobre las conexiones invisibles que nos unen a todos, e incluso a atrevernos a exiliarnos en lo desconocido.

En "No sé si tú recordarás", uno de los poemas sobresalientes de esta obra, Antonio nos traslada a las costas de la memoria, donde el mar y la tierra entrelazan un abrazo íntimo. Con una sencillez cautivadora, el autor nos recuerda la fragilidad de la existencia y la efímera belleza de cada momento, tal vez momentos como aquellos que reposan en las caracolas, custodias del pasado.

En "Las Afueras", otro poema evocador de esta colección, Antonio contempla el mundo desde una perspectiva única: desde la frontera, desde la atmósfera exterior de cada

cuerpo, guiándonos a través de los espacios liminares donde los objetos y las personas se encuentran, revelando la sutil energía que irradian hacia un universo particular.

La huella indeleble de la sensibilidad artística de Antonio se plasma en metáforas sutiles, en poemas que funcionan como ventanas abiertas al mundo interior del autor, reflejando sus pensamientos más profundos y sus emociones más íntimas. A través de sus versos, Antonio Gómez Ribelles me invita a mirar más allá de las apariencias, a encontrarme con aquellos objetos que pueden fungir como anclas en un mundo en constante transformación, a explorar los rincones más oscuros y luminosos de nuestro ser con su complejidad y fragilidad, y a encontrar significado en la intersección entre el pasado, el presente y el futuro.

Con "El Castigo del Exiliado", he podido sentir un diálogo interno con un ecosistema que halla consuelo en la memoria y en el anhelo por regresar a aquella tierra devorada por el inexorable paso del tiempo.

Para concluir, es imperativo resaltar la presencia esta tarde de Luis González Adalid, otro artista y escritor inquieto que ha contribuido a la edición de este libro con "LA NUBE DE PIEDRA" de Luis G. Adalid Ediciones. Además, el hecho de que este acto se desarrolle en el estudio Galería de La Cholepa añade un valor adicional, ofreciendo una gran oportunidad para que este momento se enraíce en un espacio donde el arte y la creatividad convergen.

Gracias a La Cholepa, a Mari y a Andrés, y a todos los presentes por su asistencia, y especialmente a Antonio por permitirme participar en este nuevo exilio.

Ramón González Palazón 17/02/2024

Presentación en el Museo Gaya de El castigo del exiliado


 

 

 

Pellizcos de vida capulina.

 

Sobre Antonio Gómez Ribelles: poeta y pintor, a veces exiliado.

 

por Manuel Madrid

 

 

 

Leer un libro de Antonio Gómez Ribelles es como participar en un juego de rol. Hay algo misterioso, fantástico, como si la realidad se vistiese a veces con trapos de ficción. Es como una llamada taimada a acceder a un laberinto sin suponer que en los primeros compases escucharás, sentirás, percibirás, descubrirás… que el dueño de todo esto ha arrojado la llave haciendo que hable el agua. Un sutil glup, glup, glup que se traga también nuestra ingenuidad, nuestra vanidad, nuestra apariencia.

 

Todo lector, desatinado y descolocado ante lo extraño, no es del todo consciente de estar ya en otro plano cada vez que abre un libro. Ya dentro, desde el mismo prólogo, en este “nuevo lugar”, ha pasado a ser un dibujo más, una silueta sin rostro, alguien que ha ganado un nuevo derecho: el de la anonimidad. Somos lectores sin rostro, como esos ingenios electrónicos programables capaces de manipular objetos y realizar diversas operaciones. Todo aquel que acceda a ‘El castigo del exiliado’ debe saber que ha de irse de su mundo para entrar en otro.

 

Al principio puede parecernos enmarañado, como la corteza del nopal, de la higuera de Indias, el higo de pala o de tuna de toda la vida, que sin embargo esconde un fruto verde amarillento, elipsoidal, espinoso y de pulpa comestible. Una auténtica delicia.

 

Esto es lo que, de golpe, me ha sugerido este poemario: un goce permanente, como el del más sutil y exquisito fruto que alguien me diera a probar. Algo fino, fino, fino. Toda esta finura está compuesta, sin embargo, de trozos, de fragmentos, fracciones de otros tiempos, pedazos de ayer, terrones de alegrías fosilizadas, chispas, migajas, menudencias, limaduras, virutas de otras épocas. Todo esto, lo que llamamos HOY, está formado por pellizcos de vida capulina, como llaman los mexicanos a la buena vida. Vida y milagros, al fin y al cabo, “conjunto pormenorizado de los hechos que constituyen la vida de alguien” (RAE). La de Gómez Ribelles: poeta y pintor.

 

Parece que el pintor no tiene suficiente con afanarse con la paleta. He aquí un caso extraordinario de bardo que pinta. Todos pintamos algo en este mundo. En ‘El castigo del exiliado’, la segunda obra que publica la editorial La Nube de Piedra del davinciano artista Luis González-Adalid (hombre que piensa, hombre completo: pintor, escritor, diseñador, editor…), hay un poeta y un pintor, “exiliado a veces”. Un Gómez Ribelles utópico, aferrado a las “ligeras posibilidades” que dan los sueños cuando parece que hemos perdido también la capacidad de soñar. El poeta y ensayista de Tulsa, Oklahoma, Ron Padgett, destila en su obra una ironía trágica y una tendencia a abrazar el costado cómico de las cosas. A modo de curiosidad, aparece aquí con una sola T, y alrededor de su cita, “yo me acuerdo de cosas perdidas”, me gustaría devolverle la T OLVIDADA a través de cinco términos que cita Gómez Ribelles que empiezan por T y que bien podrían apuntalar esta magnífica propuesta:

 

TROZO TIEMPO TEMBLOR TRAGEDIA TODO

 

A raíz de aquel incendio que destruyó parte de un bosque, Ron Padgett no solo se acordó de cosas perdidas, sino que le invadió una deliciosa tristeza por los objetos. A Antonio Gómez Ribelles le sucede lo mismo. Su poesía es, sobre todo, gráfica. Hay una preponderancia de las imágenes. Y como es hijo de la sutilidad, construye poemas de tela, poemas-lienzo, que son también como carabelas de aviso, pues en todos ellos hay como un anuncio o advertencia que conviene tener en cuenta.

 

En las obras que hizo para el centenario del Suplemento Literario de LA VERDAD y que publicamos en Ababol, Gómez Ribelles produjo imágenes poéticas a partir de los poemas de Antonio Oliver Belmás, y en todas ellas incluyó palabras importantes en la obra del poeta cartagenero: «Rosa», «ciudad», «peine», «luz», «agua sin estrellas».

 

Si analizamos ‘El castigo del exiliado’ con esta misma metodología, buscando esa “palabra combustible” con la que el propio Ribelles navegó entre las aguas de dominio público de Oliver Belmás, tenemos que hablar de casas que son como islas plegadas, como si fueran cajas de papel pintado que representan el mundo (pág. 45), de mentiras bien contadas, de luces que ya no alumbran, de los fríos del exilio, de las navajas que todos guardamos en los bolsillos, de finales buscados, de no haber sido lo que se esperaba de nosotros, de volcanes que están siendo permanentemente avivados por el correr de los días, y de los años…

 

A mí particularmente me maravilla y me intriga al tiempo la habilidad de Gómez Ribelles para “ver las cosas desde la frontera”, para monumentalizar momentos supuestamente anodinos de nuestras vidas. En el poema ‘Las afueras’ (pág. 15), por ejemplo, queda todo dicho: “Ver las cosas desde la frontera. Desde la atmósfera exterior de cada cuerpo. Como el hueco que dejan en el aire. Ver las afueras de los objetos y las personas. A veces hay algo que irradian”. Esto que irradian es lo que él ve, y retiene, y se afana por compartir porque es lo que, al fin y al cabo, todos tenemos en común. Que la vida es solo un gas. Que la vida es un dimanar.

 

Me siento agradecido por este libro, por esta forma de mirar tan pensada, tan inteligente. Somos afortunados con poder leerte y tenerte. Por muchas razones, el poema ‘Armario’ (pág. 19) cobija todas las maravillas, y también todas las claves, para salir del laberinto en el que Gómez Ribelles nos ha metido. “Dicen que la piedras guardan la memoria, y que la tierra las esconde, la arena solo por un tiempo. El agua no, el agua es como un olvido, pero la tierra se va moviendo hasta ceñirlas y conservarlas en el abandono, hasta que tú las salves y las guardes, de nuevo en una caja”. Pienso que Ramón Gaya habría querido perder algo de su tiempo a tu lado.

 

 

 

Manuel Madrid

Museo Ramón Gaya

20/2/24 Murcia