Fotografía: Javier Salinas |
Amanece y cae la nieve.
Se ilumina lentamente la casa
de un cian fantasmagórico.
Sobrecogidos,
reconocemos en el sueño inquieto
de sus moradores
la intuición
de ese otro sueño más profundo.
Lejos la algarabía doméstica;
se detiene la vida en el poema
inconcluso, en las gafas
abandonadas, en el paraguas
olvidado, en las ocupaciones
que tan perentorias parecían
y son, de pronto, inútiles,
en la mirada sepia de una niña
que reclama ser salvada
del naufragio del olvido.
Poco a poco no seremos
más que sombras,
no habrá más vino y baile
para nosotros, y al cabo
despediremos a los que amamos y nos aman
buscando en vano un gesto
de consuelo, una palabra.
Guardaremos los objetos cotidianos
que ya no nos pertenecen.
Cae la nieve, indiferente
sobre los vivos y los muertos.
Mientras, unos ojos infantiles
atraviesan el tiempo reclamando
que no abdiquemos del amor.
(Dublineses, Veinte películas de amor y una
canción de John Lennon)
Carmen Piqueras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario