El grupo ALMAGRA lleva 30 años exponiendo desde Mazarrón. Los cuatro componentes, Isabel Guillermo, Marcos Gómez, Luis Marino y Tomás Raja, celebran esa treintena con la exposición ORIGEN. El texto que sigue lo escribí para el catálogo de esta celebración.
LOS PASEANTES
Por Antonio Gómez Ribelles
El
paseante camina con la vista a una altura que eluda el horizonte. Tan cerca del
mar esa línea se hace frontera y tierra adentro desaparece. Así que mira el
suelo a cada paso, o al monte que contiene las minas. Hace tiempo encerró en
ellas una caja de recortes, notas, fotos, pequeños dibujos… Ahora busca el
lugar exacto por un laberinto de caminos invisibles y no lo encuentra, pero
tampoco parece perturbarle no hallarla, ni esa ni otras, sabe que la memoria
caduca y que aquello probablemente lo defraudara. El artista establece el
contexto del recuerdo y eso que parece ensimismamiento en realidad habla a los
demás del poder para transformar; Así que sigue paseando. De vez en cuando
excava en la tierra roja, como si buscara los restos de un naufragio en el
almagre o la piedra desde donde empezar de nuevo. Si cree encontrarlo y lo mira
y lo levanta, lo transforma en otra cosa, algo que estaba allí para aparecer
por su acción creadora. Y piensa que el origen era eso, hundir las manos en la
tierra y rescatar lo más pequeño y poderoso y llevarlo a su terreno. Encontrar
palabras que definan, o que expliquen, palabras que fundan el aire y el mar con
la distancia y el óxido. Así el artista como su memoria.
Los
territorios tienen claves que marcan más que los recuerdos, caminos
recurrentes, leyendas de infancia, piedras
enterradas, algo que va más allá de la visión. Decir que todo se halla en la
mirada sería tan parcial como que todo fuera literatura. La realidad hay que
buscarla y salvarla continuamente, reduciendo la distancia cada vez mayor que
la separa del hombre con los medios necesarios, y eso puede estar en el espacio
artístico o en el tiempo poético; o en las palabras que rodean una mesa.
Son
cuatro los paseantes; cada uno desde su esquina busca el origen en los paisajes
transformados o desaparecidos, en las cajas enterradas y en los nombres
insinuados y perdidos. Buscan un territorio en el paisaje que ya no es
naturaleza, un mundo pequeño, a escala del paseante, a escala humana. Los
ídolos territoriales se convirtieron hace tiempo en palabras que fluyen entre
ellos. Se sientan en la playa bajo el faro, a la orilla del mar y del desierto,
como quien sigue esperando a Ulises o a aquellos que fundaron esta ciudad y traen
algo, un cuadro, un fragmento, un trozo de pasado a veces convertido en
palabras transformadoras, algo cuyo significado no habían comprendido hasta
llegar a esa mesa. Los cuatro paseantes, con la ropa manchada de almagra se
escuchan y se dejan llevar por treinta años sentados en la playa de Mazarrón esperando
a Odiseo.
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