martes, 19 de diciembre de 2017

VEINTE PELÍCULAS DE AMOR Y UNA CANCIÓN DE JOHN LENNON


Tuve el gusto de presentar a Carmen Piqueras y su nuevo poemario dentro del Festival poético Deslinde de Cartagena, y en el marco de la librería La Montaña Mágica. Os dejo el texto de la presentación.




Festival poético Deslinde


Veinte películas de amor y una canción de John Lennon

De Carmen Piqueras.

Editorial Raspabook.


La fotógrafa Annie Leibovitz recordaba su infancia marcada por los viajes a que se veía obligada su familia por los destinos de su padre, militar obligado a desplazamientos periódicos, y hablaba de la relación de su pasión por la fotografía con la manera de ver el mundo a través de la ventanilla del coche. Eso me hizo pensar en dos conceptos que utilizamos los artistas: dentro y fuera. (Lo que vemos y lo que miramos). Una postura es la de ver el mundo como algo que está fuera y certificamos, y otra es la de proyectar nuestro interior en todo aquello que miramos. Ninguna es completa y las dos nos son útiles. John Berger nos da una lección, como siempre, y uniendo ambas nos dice:

“Saber mirar es lo único que nos ayuda a mantener una distancia justa con el mundo.”   

La poesía nos ayuda también a mantener esa distancia, como autores y como lectores. Y eso es Veinte poemas de amor y una canción de John Lennon: un modo de saber mirar, donde el cine es ventana y es proyección, es fuera y es dentro, y no siempre de una película.

Cuando vamos al cine, siempre queremos estar ante algo extraordinario. Creemos en ello, es una esperanza que nos mantiene en una sala a oscuras, sentados en una cierta soledad a pesar de la compañía, concentrados en vidas ajenas, en una cinta de sueños que decía Orson Welles, en un entorno que proviene de las necesidades técnicas de la proyección y del mundo del teatro. Pero necesitamos creer que lo que presenciamos es algo extraordinario aunque sea por narrar lo infraordinario en algún caso. Y ahora, aunque sea ante un televisor, reproducimos ciertas emociones que nos retrotraen a nuestros principios en el cine como espectadores, a nuestra educación sentimental. 

El cine nace de la literatura: Muchas de las películas que vemos, muchas de las películas de amor de Carmen Piqueras, han sido antes obras literarias. Carmen es un ser literario, como muchos de nosotros, y se ve absorbida por la literatura, sea novela, teatro, ensayo, poesía, y por la narración audiovisual, en cine o en series, sea novela, ensayo, teatro, poesía, porque estructuras parecidas se han utilizado en el cine y los mismos términos se han usado en la crítica.

Seleccionar películas delata. La actividad, la tarea de elegir, delata una manera de mirar que irradia de la mera lectura a la reflexión, de lo personal, que enciende la chispa de la proximidad emocional y de la identificación, a lo universal; porque hay en este libro de Mamen un profundo deseo de trascender aunque parta de lo íntimo, de lo reconocible. Convertir la visión de una película en lugar, ese espacio donde nos relacionamos, supone saber mirar y saber vivir. Y para ello hace falta tener una cultura que nutra de hilos los relatos. Ese proceso de interiorización y exteriorización sólo se da si tienes presentes distintas maneras de contar. Y Carmen las tiene.

“Cuando un relato nos impresiona o nos conmueve, engendra algo que deviene, o puede devenir, una parte esencial de nosotros, y esa parte, ya sea pequeña o muy extensa, es, por así decirlo, la descendencia del relato, su retoño.”   John Berger

Entre el camino de dentro y el camino de fuera, Carmen habita en la linde y en los dos a la vez, elige el cine como el vehículo que usamos todos para ampliar el mundo, elige una película por algo que actuó como evocación, como revelador, para reconstruir en un poema la parte revelada y la herencia, lo emocional virado por lo racional, lo íntimo con lo universal.

Sería muy fácil escribir del mundo del cine y caer en hablar de los tópicos, estereotipos tanto humanos como narrativos, del amor sobre todo, dado el título; pero Carmen Piqueras demuestra que su poesía va más allá de lo evidente, habla del cine, del acto de ver cine como un acto de amor, y no es que sepa salir de los mitos, sino que desde el principio sabemos que no habrá mito en su poesía, eso sería un afuera. Habla de lo narrado y de sus personajes, pero como miembros de un grupo conocido, de los que te puedes burlar si quieres, y habla de ella y sus intimidades sin caer en ningún exhibicionismo. O sea, que sabe mantener en este juego de dentro y fuera la distancia justa con el mundo.

Y la brillante Una canción de John Lennon es la dedicatoria y el amor, la memoria sostenida que no se ancla en el pasado. Porque este libro es un proyecto de presente y futuro, imperfecto, pero futuro, como ella dice en un programa de mano:

Vivir no es un infinitivo. Es un gerundio de futuro imperfecto.







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